El Gobierno de Río de Janeiro realizó este martes “el mayor operativo policial” de su historia contra el Comando Vermelho (CV), la organización criminal más poderosa del estado y que mantiene disputas por el control de actividades ilegales en todo Brasil.

La intervención se desarrolló en los complejos de favelas Penha y Alemão, en la zona norte de la ciudad. Allí irrumpieron unos 2500 policías fuertemente armados de las policías Civil y Militar. El saldo inicial de los enfrentamientos es dramático: al menos 64 muertos, entre ellos cuatro agentes.

El CV, nacido en los años 70 durante la dictadura militar brasileña a partir del contacto entre delincuentes comunes y militantes de izquierda dentro de una prisión de Río, es considerado hoy una amenaza nacional y trasnacional, con presencia en Bolivia y vínculos con narcotraficantes colombianos, consignó el diario La Nación. 

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La organización mantiene una guerra abierta con otras facciones como el Terceiro Comando Puro (TCP) y el Primeiro Comando da Capital (PCC), este último originado en San Pablo.

De los orígenes políticos a la expansión narco

Inicialmente conocido como Falange Vermelha, el grupo abandonó sus motivaciones políticas al ingresar de lleno al tráfico de cocaína en los años 80, aliándose con cárteles colombianos y expandiendo su control en favelas y barrios populares.

Para los años 90 ya se había convertido en la principal organización criminal del Estado de Río y comenzó su avance hacia otras regiones del país.

La construcción de prisiones federales -recién concretada en 2006 tras ser prevista en 1984- contribuyó indirectamente a la expansión del grupo. Ese año se inauguró la cárcel de Catanduvas (Paraná), donde se buscaba aislar de forma definitiva al líder del CV, Luis Fernando da Costa, alias Fernandinho Beira-Mar, detenido desde 2001.

Pero lejos de disminuir su poder, diversas investigaciones sostienen que desde allí se convirtió en clave para reclutar traficantes a nivel nacional, intensificando la disputa con el PCC.

Hoy, organismos de seguridad identifican criminales de otros 12 estados operando en áreas dominadas por el CV en Río. La facción ya tiene presencia en 25 estados de Brasil y el Distrito Federal, según un relevamiento de O Globo.

“Hoy, el CV disputa Brasil con el PCC. En poco tiempo, no estaremos hablando solo de seguridad pública, sino de soberanía nacional y de quién manda en el país”, afirmó Carlos Antônio Luiz de Oliveira, subsecretario de Planificación e Integración Operacional de la Policía Civil.

El crimen en modo “trabajo remoto”

A pesar de llevar 18 años en el sistema penitenciario federal, Beira-Mar continuaría dirigiendo operaciones desde prisión. La policía ya interceptó notas trituradas escondidas en envases de comida (2017) y comunicaciones telefónicas con otros delincuentes ubicados a casi 800 kilómetros.

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Este modelo facilita la expansión de la banda: “Hoy es muy común hablar de trabajo híbrido o remoto. El crimen hace lo mismo… Puede quedarse protegido en Río y tomar decisiones por videollamadas… reduciendo la rotación y generando estabilidad en los negocios”, explicó el fiscal Anderson Batista de Oliveira, del Gaeco de Rondônia.

Violencia en ascenso y reacomodo criminal

Según Insight Crime, para 2020 el CV ya contaba con 30.000 miembros y capacidad para traficar toneladas de cocaína desde Bolivia y Paraguay.

En 2020, la Corte Suprema impuso restricciones a operativos policiales en favelas, limitando helicópteros y acciones en zonas sensibles. Pero esas medidas fueron levantadas este año, lo que derivó en incursiones más agresivas como la del martes.

Solo en 2024, unas 700 personas murieron en intervenciones policiales en Río, con casi dos por día. Paradójicamente, estas acciones podrían estar fortaleciendo a milicias rivales del CV, que avanzan en el control territorial.